9 tipos de mapas: cómo planificar tu novela





Hace unas semanas hice una encuesta en Twitter dedicada a los escritores mapa e híbridos con la intención de ver qué mapas eran los más usados. Lo que descubrí, sin embargo, fue otra cosa: la escaleta se lleva tanto protagonismo que el resto de mapas son prácticamente desconocidos.

En las respuestas a ese tuit surgieron muchas preguntas y una cantidad suficiente de curiosos como para que me propusiera hacer un listado de todos los mapas que conozco, explicarlos por alto y traértelos aquí.

Así pues, hoy te presento justo eso: 9 tipos de mapas con los que salir de aventuras a la hora de escribir. 






¡Ah, por cierto! Varias personas me comentaron que, pese a ser escritores brújula, empleaban mapas que elaboraban una vez acabada su obra para guiarse a la hora de corregir esas historias. Por este motivo, aunque no seas dado a viajar con un plano bajo el brazo, te sugiero que te quedes y eches un vistazo a estas ideas.

Espera, ¿no sabes a qué me refiero con esto de escritores mapa, brújula e híbridos? Entonces te dejo por aquí este artículo donde podrás enterarte bien y averiguar de qué tipo eres tú.

¿Ya sabes de qué va esto? Genial, vamos a ello entonces.




1. La escaleta-tabla
La de toda la vida, vamos


Ya, ya lo sé, tanto darle bombo a los mapas poco ordinarios y voy y empiezo con este... Pero entiéndeme: conocer la escaleta es absolutamente imprescindible para entender el resto de mapas. Además, por algún lugar hay que comenzar.

¿Qué es una escaleta? Pues es, muy resumidamente, una tabla de contenidos. De manera general, la escaleta organiza una historia en fragmentos (que pueden ser escenas, capítulos o lo que más rabia te dé) y permite tener agrupada la información esencial de cada una de esas divisiones a golpe de vista.

¿Y qué información es esa? La que quieras: el número de escena/capítulo, su título, una breve sinopsis de lo que sucede, el marco espacio-temporal en el que se desarrolla ese fragmento de la historia, qué personajes intervienen, quién es el narrador, qué finalidad se busca en esa escena... Además, también se pueden emplear códigos de colores para clasificar esas divisiones de tu historia en subgrupos o categorías dependiendo, por ejemplo, del tipo de escena que sea, que es algo que hago mucho yo.

(Otra día, si quieres, hablamos de tipos de escenas).

En resumen, una escaleta puede ser tan exhaustiva o tan sucinta como tú lo desees. Te pongo un ejemplo:





Como ves, en esta escaleta resumo brevemente cada capítulo de la historia junto con algún que otro dato más para contextualizar. Los capítulos narrados por Marcos están en naranja claro, y los de Carolina, en azul; esto nos ayuda a asegurarnos de que ambos narradores están bien equilibrados y compensados.

Queda claro entonces que las escaletas son tremendamente personalizables, ¿no? Siéntete libre de explorar qué información te es útil a ti, cuántos detalles quieres incluir o cómo prefieres organizarlos: ahí reside la gracia de las escaletas.




2. La escaleta-lista
Versión para los detractores de las tablas y fans de las cosas simples

¿Las tablas son demasiado elaboradas para ti? No te preocupes: siempre puedes hacer lo mismo en una simple lista. Es tan sencillo que no voy ni a explicarlo. Me limitaré a dejarte como ejemplo la misma escaleta del punto anterior pero a modo de lista:



1. LLUVIA. Madrid, 12 enero (Marcos)
Marcos llega a Madrid, pero sus padres no han ido a buscarlo a la estación. Pide un taxi para no mojarse. De camino a casa, se cruza dos veces con la misma chica vestida de azul.

2. UNA LLAMADA SIN DUEÑO. Madrid, 12 enero (Carolina)
Carolina llega a casa y se quita la chaqueta azul. Su tía Elena le pregunta de malas formas dónde ha estado. Justo entonces suena el teléfono. Elena lo coge mirando de reojo a su sobrina. Carolina, intuyendo de quién es la llamada, corre a su cuarto conteniendo las lágrimas.

3. CAROLINA. Madrid, 14 enero (Marcos)
Marcos espera a sus padres, que han vuelto a dejarlo tirado en la calle. Cansado, entra en una cafetería a hacer tiempo. Descubre que la camarera es la chica del otro día. Charlan un rato. Carolina es la primera persona que es amable con él.


Fácil, sencillo y para toda la familia, ¿verdad? Seguimos pues.






3. Las tarjetas
O "la técnica que no debes usar si tiendes al desorden"

¿Tienes claras las escenas en las que quieres dividir tu obra pero no el orden en el que te gustaría colocarlas? Entonces, este es tu método.

La técnica de las tarjetas consiste en hacer lo mismo que en la escaleta, pero en lugar de organizar los fragmentos de tu historia en una tabla o una lista, resumes cada escena en una tarjeta independiente

Como una imagen vale más que mil palabras, te enseño una tarjeta de uno de mis proyectos actuales:



Para esta novela empleé tarjetas muy sencillas. Arriba, en rojo, el título de la escena. Debajo, a negro, el día y el lugar en los que se desarrollaba la acción. A continuación, el objetivo (¿por qué es interesante para el lector esta escena y de qué me sirve a mí?), los personajes (¿quiénes intervienen?) y la sinopsis (¿qué ocurre?).

Otro ejemplo de tarjeta de una novela distinta es este:



En esta otra novela dividí las tarjetas por colores atendiendo a si eran o no flashbacks y a su peso en la trama. Además, añadí también qué tipo de escena es (en este caso, se trata de una escena de exposición, conflicto y revelación), lo cual me sirve para verificar que el ritmo de la historia sea el adecuado; dicho de otra forma, con esto me aseguro de que no habrá muchas escenas muy impactantes o con mucha información muy seguidas ni, por el contrario, demasiadas escenas juntas en las que la trama no avance a una velocidad mínima.

¿Qué desventajas tienen las tarjetas frente a las escaletas? Son mucho más laboriosas y, si no te caracterizas por tener todas tus cosas muy bien guardadas, es fácil que las pierdas o las desordenes.

¿Por qué deberías usarlas entonces? Porque te permite jugar a cambiarlas de sitio y ver qué combinaciones funcionan mejor. Si la escena en la que se revela el parentesco del detective con el asesino sucede al final, ¿qué efecto tiene? ¿Y si tuviera lugar justo antes de la captura del sospechoso? Con las tarjetas es fácil cambiar el orden de las escenas hasta encontrar el que más te convenza. Y, si las clavas en un corcho o las pegas a la pared, ¡tendrás toda tu historia resumida ante tus ojos!

Por otra parte, también tienes siempre la posibilidad de combinar las técnicas que hemos visto hasta ahora. Yo, por ejemplo, suelo usar las tarjetas para dividir la historia en escenas, y una vez tengo claro cómo quiero ordenarlas, las complemento con una escaleta en la que las agrupo por capítulos. Por ejemplo, la última tarjeta que te he enseñado es de la misma novela que esta escaleta:





4. La sinopsis
Como cuando en el cole te mandaban resumir un libro, pero al revés

Sí, tan fácil como eso: esto consiste en resumir tu historia antes de haberla escrito. 

Para algunos escritores mapa, diseñar cada escena de su novela es tedioso a más no poder, así que se contentan con algo mucho más sencillo: una breve sinopsis de su historia que les sirva para tener una idea general de lo que quieren contar y no perder de vista la trama.

¿Ventajas? Si ya tienes claro de qué va tu historia y a dónde quieres llegar, la sinopsis se hace en diez minutos. Además, te permite realizar multitud de cambios sobre la marcha, ya que al incluir muy pocos detalles apenas limitas tus opciones. Es, de lejos, uno de los mapas más flexibles que existen.

¿Desventajas? Es casi como ir a brújula, así que corres el riesgo de desviarte de tu camino y luego no saber cómo regresar. Lo que ganas en libertad lo pierdes en seguridad.





5. La "sinopsis"
Como cuando en el cole te llevabas un cero porque tu resumen ocupaba casi tanto como el propio libro, pero al revés


A ver, que nos conocemos. Resumir es complicado. Tu idea es demasiado grande. Los personajes exigen un desarrollo más profundo, las localizaciones tienen nombres enrevesados que necesitas apuntar, las subtramas brotan por todas partes y no quieres olvidarlas, tu historia se inflama como un pez globo y no hay por dónde ponerle vallas. 

Tú habías ido con toda tu intención de hacer una sinopsis de doscientas palabras y lo que te ha salido al final es un monstruo, un titán, una "sinopsis" de veinte folios que está a punto de convertirse en una novelette en sí misma.

Y digo yo, ¿dónde está el problema? Lo que has hecho es también un tipo de mapa; hay quien lo llama "borrador", pero a mí me gusta referirme a él como la falsa sinopsis.

¿No te convence? Déjame darte un aliciente: si has elaborado una falsa sinopsis y has invertido tanto tiempo en ella que te da pereza empezar ahora a escribir de cero tu novela, el siguiente tipo de mapa podría ser tu solución.





6. El copo de nieve
O cómo convertir tu mapa en una novela




Esta técnica fue creada por el novelista Randy Ingermanson, y fue la que más llamó la atención en aquel tuit del que te hablaba al principio.

Consiste, a grandes rasgos, en escribir tu historia de la misma manera en la que dibujarías un copo de nieve perfecto cuyo tamaño aún no tienes claro: desde el centro y expandiéndolo hacia fuera.

Para empezar, resume tu novela en una sola frase. Sé conciso y escueto: hablamos de una frase. Por ejemplo, si quisiésemos hacer un resumen así de, no sé, Harry Potter, podríamos decir algo como:
 
"Un niño huérfano descubre que es mago y crece estudiando en un colegio de magia mientras trata de vencer a un poderoso mago oscuro"

¿Ves? Directo y al grano.

¿Tienes tu frase? Pues ese es el centro de tu copo de nieve, el núcleo de tu historia. Es hora de expandirlo: convierte tu frase en un párrafo algo más explicativo.

Siguiendo con el ejemplo de Harry Potter, ¿qué te parece si lo hacemos así?

"Harry Potter, un niño huérfano que vive con sus tíos en una situación de abuso constante, descubre que es mago a la edad de once años. Desde entonces, y durante toda su adolescencia, pasa los cursos estudiando en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, donde aprende a controlar su magia y hace amigos increíbles por primera vez. Sin embargo, no todo va a mejor en su vida: Lord Voldemort, un mago oscuro obsesionado con matarlo, hace todo lo posible para llegar hasta él, y Harry es el único que puede vencerlo".

Hemos introducido nombres propios, algún que otro personaje nuevo y más detalles que nos permiten visualizar la historia. Es hora de hacer crecer los brazos de este copo de nieve: cada frase de nuestro párrafo anterior debe pasar a convertirse en un nuevo párrafo independiente.





Así, en el ejemplo con el que estamos trabajando, tendríamos un párrafo presentando a Harry y la situación que vive con sus horribles tíos hasta que descubre ser un mago, otro hablándonos de lo increíble que es Hogwarts y los amigos tan estupendos que va a hacer allí y un tercero explicando con más detalle por qué Voldemort y sus secuaces van a hacerle la vida imposible al muchacho.

¿Todo bien hasta ahora? Sigamos entonces: amplía cada uno de estos párrafos para que puedas dividirlos, a su vez, en párrafos independientes. ¿Ves lo que estamos haciendo?

Este proceso debe repetirse una vez, dos, veinte, cien, las que haga falta. ¿Y cuándo debes parar entonces? Cuando tu novela esté terminada.

Sí, has entendido bien: de una sola frase, ampliando y extendiendo en todas las direcciones, puedes acabar escribiendo la historia completa y dejarla lista para corregirla. 

El método del copo de nieve es, como puedes ver, laborioso y largo, pero presenta un par de ventajas indiscutibles: tienes la historia completa controlada en todo momento y el mapa acabará actuando como parte de la novela en sí mismo, así que todo el trabajo de planificación previa que hagas se verá recompensado.




7. El bookend
Enmarcando tu novela como si fuera un cuadro



Este método hace exactamente lo que dice su nombre: "bookend", un término inglés que, además de traducirse por "sujetalibros", también se refiere a enmarcar o limitar algo por sus dos extremos

¿Y cómo aplicamos esto a la planificación de nuestra historia? Fácil: determinamos el inicio (¿de dónde parte la trama?) y el final (¿cómo queremos que termine?), dejando el desarrollo central de la historia en manos del destino o, más realistamente, de nuestras habilidades como escritores brújula.

Esta técnica puede causar estragos en los nervios de un escritor mapa tradicional, ya que es tremendamente fácil que, si no tienes la costumbre de ir sin planos, termines dando vueltas por derroteros en los que no esperabas acabar y sin llegar nunca a ese final que habías establecido en un principio. Por este motivo, yo no haría uso de la técnica bookend sin tener un mínimo de confianza en mi pericia con la brújula.



8. Los tres actos
Aristóteles y Field se estrechan la mano

No me cabe la menor duda de que recuerdas aquello que aprendiste en el colegio acerca de la división de cualquier historia en tres partes: planteamiento, nudo y desenlace.

Pues eso es lo que traigo aquí.

De la división de la historia en tres actos ya habló en su día Aristóteles. Muchos siglos después, Syd Field hizo algo similar. La idea general es la misma en ambos casos: se trata de dividir nuestra obra en tres fragmentos, tal y como muestra el siguiente esquema.





En el primero, el planteamiento o presentación, la historia da comienzo. Conocemos al protagonista, descubrimos cómo es su mundo, cuál es su realidad. Esa introducción no suele alargarse mucho, y finaliza con el catalizador o detonante: el acontecimiento que pone en marcha la trama.

En el caso de Harry Potter, ese detonante sería cuando Hagrid va a buscarlo y le dice que es un mago. En El Rey León, Mufasa mure en una estampida y el pequeño Simba se ve obligado a escapar. En Peter Pan, Wendy y sus hermanos reciben la visita de Peter.

Entramos así en el segundo acto, también conocido como el nudo o la confrontación: el núcleo de la trama tiene lugar aquí. La tensión crece cada vez más, como indica la línea de puntos en el esquema de arriba. Cosas cada vez más extrañas suceden en Hogwarts, Nala y Raffiki tratan de convencer a Simba de que regrese, Wendy y los niños perdidos viven aventuras enfrentándose a Garfio en Nunca Jamás.

La tensión llega a su punto álgido en el clímax. Este es el momento clave de nuestra historia. La batalla definitiva, justo cuando todo parecía perdido. Es el enfrentamiento de Harry y Voldemort, es la lucha por el trono entre Simba y Scar, es una última pelea contra Garfio.






Y después, el tercer acto. El desenlace. La resolución. La tensión decrece abruptamente: es hora de celebrar la victoria o llorar la derrota. Harry termina el año escolar y regresa a casa de sus tíos tras haber hecho grandes amigos, Simba recupera su legítimo lugar en el trono y comienza su reinado de paz, Wendy y sus hermanos deciden regresar a Londres para dejar atrás la infancia y crecer.

Si tienes claros estos puntos clave de tu historia, entonces tienes a mano un mapa en tres actos, y nada te impide ya ponerte a escribir.



9. El viaje del héroe
El monomito o los pasos que sigue todo héroe que se precie

No voy a detenerme mucho en este punto porque es, a fin de cuentas, la misma idea que con el anterior: en lugar de usar como mapa los puntos básicos de la estructura en tres actos, se pueden emplear las doce fases del monomito, también conocido como viaje o periplo del héroe.



Por si hay alguien que se ha perdido, aclararé que el monomito es un patrón diseñado por Joseph Campbell en el siglo XX al que parecen ajustarse en mayor o menor medida la gran mayoría de las novelas, especialmente las de aventuras y fantasía.

Los doce pasos en los que se divide son:

  1. El mundo ordinario
  2. La llamada de la aventura
  3. Rechazo de la llamada
  4. Encuentro con el maestro
  5. Cruce del primer umbral
  6. Pruebas, aliados y enemigos
  7. Acercamiento
  8. Prueba suprema
  9. Recompensa
  10. El camino de vuelta
  11. La resurrección
  12. El retorno
Si quieres saber más sobre cada una de estas doce fases, te invito a que te pases por este artículo de Sinjania, donde encontrarás información muy útil y bien explicada.





Por supuesto, puedes suprimir algunas de estas fases o añadir las tuyas propias. De hecho, eres libre de modificar o combinar las nueve técnicas anteriores a tu antojo. Es más, ¡te insto a que hagas justo eso! Experimenta, dale vueltas, cambia las cosas. 

No tengas miedo de salir de tu zona de confort y probar técnicas nuevas: yo creía que no sería feliz con nada que no fuera la escaleta y, sin embargo, desde que probé las tarjetas veo el mundo más lleno de luz. 

La inspiración se esconde donde menos lo esperas: no dejes que los prejuicios te impidan salir en su busca.

¿Has probado alguna de estos nueve tipos de mapas? ¿Qué tal ha sido tu experiencia? ¿Conoces algún otro mapa? ¿Eres brújula y estás hasta el gorro de leerme hablar de mapas? ¡Cuéntamelo en los comentarios! Quiero saber qué piensas de todo esto; y si te da por probar una de estas técnicas, ¡escríbeme para ver qué tal te ha ido!

Con esto ya me despido. ¡Nos leemos pronto!





Comentarios

  1. Buenas. Gran desglose y bien contadas las diversas metodologías. Viendo esto, creo que he ido mezclando varias de las fórmulas a lo largo de mis novelas, excepto por el copo de nieve. Siempre aprendiendo y en evolución. Gracias y saludos.

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    1. ¡Muchas gracias, Román!

      Me alegro de que te haya resultado interesante. Yo también tendía a mezclar métodos... A día de hoy, de hecho, lo sigo haciendo cuando me conviene. Pero me propongo como reto probar técnicas distintas para encontrar la que más cómoda me resulte.

      De nuevo, gracias por tomarte la molestia de comentar. ¡Un saludo!

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  2. Hola. Muy buen aporte. Gracias por compartir. Interesante e inspirador. Un gran saludo para ti y mucho éxito.

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    1. ¡Hola! Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar. ¡Me alegro de que te haya resultado interesante! ¡Un abrazo!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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