Tipos de narradores



Antes de comenzar, quisiera disculparme por mi prolongada ausencia. Mudarse a otro país y empezar un nuevo año académico es incluso más absorbente de lo que creí en un principio...

Dicho esto, ¡empecemos! El tema de hoy fue elegido a través de una encuesta en Twitter: se trata de los tipos de narradores.

Intenso, ¿no crees? La elección del narrador que usaremos en una historia es una de las más duras, aunque muchas veces ni siquiera la hacemos de manera consciente. Pero ahora párate un segundo a pensar en ello: estamos eligiendo al intermediario entre nosotros y el lector, la máscara que vamos a ponernos, el disfraz con el que nos pretendemos camuflar.

Escogiendo al narrador lo que hacemos es elegir nuestra voz. Y eso determinará de forma decisiva cómo verán nuestra historia los lectores.

De esa elección dependerá también nuestra escritura: no contará la historia igual un niño de seis años que un veterano de guerra de setenta; el registro y el tipo de vocabulario que puede usar una presidenta en un futuro distópico sobre un planeta lejano no coincidirán con los de un joven ladrón callejero del Londres victoriano. 

Y estas cuestiones no son más que las primeras: aún debemos preguntarnos cuánto sabe nuestro narrador. ¿Es el protagonista o un mero testigo? ¿Es sincero, fiel a la realidad? ¿Conoce lo que sienten los otros personajes? ¿Sabe lo que ha ocurrido en el pasado o lo que sucederá en el futuro? ¿Es una sola persona? 

Por Merlín, ¿es siquiera una persona?

Lo sé, lo sé: elegir el narrador no es tarea fácil, pues las opciones son muchas y muy variadas. Pero, ¿cuáles son las más habituales?

No desesperes. Esta pregunta es mucho más sencilla de responder. Hoy te traigo, sin más dilación, los tipos de narradores más frecuentes y sus características, con la clasificación más clara que he podido hacer. Disculpas por adelantado por esta larga entrada, pero el tema lo merecía.





NARRADORES INTERNOS (homodiegéticos)


Imagen de Lisa Che en Pixabay 


Como indica su nombre, estos narradores pertenecen a la historia. Son personajes que, de una forma u otra, toman parte en eso que queremos contar.


Características
  • Los narradores internos hablan en primera persona. Son, después de todo, personajes en sí mismos, y por mucho que quieran mantenerse al margen, es inevitable que de vez en cuando cuenten algo de sus vidas o ideas.
  • En la misma línea del punto anterior, nos encontramos con que los narradores internos son subjetivos. Ven el mundo a través de sus ojos, cargando a sus espaldas con un pasado que les pertenece solo a ellos y que les hace tener opiniones propias sobre lo que ocurre a su alrededor. Pueden por tanto permitirse el lujo de decir que tal acción es deplorable, que aquel caballero es realmente apuesto o que ese plan es el más ridículo que han escuchado jamás. 
  • ¿He dicho ya que estos narradores se pertenecen a sí mismos? Nosotros les hemos dado vida: respetémosla entonces. Un personaje tiene su propio registro, un vocabulario, un cierto nivel de cultura. Es esencial recordar que, cuando hablamos a través de él, debemos abandonar nuestra voz para adoptar la suya: sus muletillas, sus patrones de lenguaje, sus palabras favoritas. Da igual cómo de alucinante consideres tu amplio léxico o las ganas que tengas de dejar caer metáforas rompedoras: si tu narrador es un niño de cinco años, parece poco probable que cosas así vayan a salir de sus labios. Ese narrador no evaluará el impacto económico que supondrá para su ciudad que su padre decida iniciar una revolución contra los impuestos, ni analizará la tremenda tensión sexual existente entre su hermana y la vecina de enfrente. Es un niño, por todos los cielos. ¿Es que nadie va a pensar en los niños?


Imagen de Yuri_B en Pixabay 

  • Los narradores internos no son omniscientes. Esto es algo muy importante: un personaje puede imaginar, suponer o tratar de deducir lo que los demás piensan o sienten, pero no puede saberlo con certeza. Si nuestro narrador es Juan, ese precoz niño de cinco años con aspiraciones a economista, y se ha pasado la tarde en el salón viendo la tele, ¿cómo va a saber que su padre está pensando en encerrarle en su cuarto durante las próximas tres horas y media para poder planear su golpe de estado, o que su hermana lleva toda la tarde fantaseando con la vecina y escribiéndole cartas en la biblioteca de la universidad? Coherencia narrativa, señores.


Tipos de narradores internos
  • Narrador protagonista: no creo que necesite mucha explicación. Es el narrador, y es el protagonista. Fin. ¿Un ejemplo? Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins, donde Katniss Everdeen nos cuenta su propia historia.
  • Narrador en monólogo interior o en flujo de pensamientos: este subtipo se desgaja de alguna forma del anterior. El narrador en monólogo interior trata de emular cómo se enlazan las ideas en la cabeza de una persona, adentrándose en su mente y reproduciendo sus pensamientos de la manera más fiel posible. Es un narrador extremadamente complejo y requiere mucho trabajo tanto para usarlo como para leerlo, por lo que su uso es muy poco frecuente. Un ejemplo es El ruido y la furia, de William Faulkner.


Imagen de waldryano en Pixabay 

  • Narrador testigo: el narrador no protagoniza los hechos, sino que los presencia y relata. Puede ser un personaje secundario, o un personaje escudero, o cualquier otra cosa similar (ya hablaremos un día de tipos de personajes). Un ejemplo lo tenemos en Estudio en Escarlata, de Arthur Conan Doyle, donde el Doctor John Watson habla de las aventuras detectivescas de Sherlock Holmes en las que él mismo se ve envuelto.
  • Narrador editor o editorial: se nos presenta como una persona normal y real que, por una u otra razón, se ofrece a (o se siente en el deber de) contarnos la historia que tenemos delante. Posiblemente el caso más famoso sea el de Don Quijote de la Mancha, de Miguel Cervantes, en el que el autor afirma limitarse a reproducir la traducción de una obra escrita en realidad por Cide Hamete Benengeli. Otro ejemplo podría ser el de Lemony Snicket, alias que adopta el escritor Daniel Handler en Una serie de catastróficas desdichas para relatarnos, muy a su pesar, las desgraciadas desventuras de los huérfanos Baudelaire. 




NARRADORES EXTERNOS (heterodiegéticos)

Imagen de rawpixel en Pixabay 


Llegamos a los narradores externos. Los de fuera. Los que no tienen nombre ni cabida en nuestra historia. Donde los internos eran personajes y entidades en sí mismos, los externos son solo los disfraces que nos ponemos para narrar.


Características
  • Los narradores externos hablan en tercera persona. ¿Por qué iban a mencionarse a sí mismos, si son solo una máscara sin conciencia ni realidad física?
  • Pueden ser tanto objetivos como subjetivos. Es evidente, claro, que la objetividad total es imposible, pero pueden acercarse a ella tanto como lo deseen.
  • Su voz es nuestra voz. ¿Quieres usar esas metáforas grandilocuentes y ese léxico rebuscado que nuestro economista de cinco años no nos permitía? Este es tu momento. No hace falta que adoptes muletillas o dialectos ajenos. No es necesario que distorsiones tu registro, que incrementes o reduzcas el número de vulgarismos, que te pongas en el papel de otro: eres tú quien está hablando. Hazlo con tu propia voz.


Imagen de Rudy and Peter Skitterians en Pixabay 



Tipos de narradores externos
  • Narrador omnisciente: todos hemos oído hablar de él. Es el más empleado, el más sencillo, el más básico. Conoce lo que los personajes piensan y sienten en todo momento (pero ojo: saberlo no te obliga a contarlo. Es inviable poner por escrito las emociones e ideas de todos los personajes en escena constantemente). Dependiendo de cuánto poder le demos, el narrador omnisciente puede incluso conocer el futuro y adelantar algunos acontecimientos, aunque esta característica no es exclusivamente suya: no es nada raro que los narradores internos tengan la misma habilidad. ¿Un ejemplo? Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
  • Narrador equisciente: tiene el mismo poder que el omnisciente, pero centrado en un único personaje (generalmente, el protagonista). Nos cuenta lo que siente, piensa, recuerda, desea y teme ese y solo ese personaje. Se parece al narrador interno protagonista, solo que gana en sinceridad gracias a la distancia que lo separa del personaje y nos permite usar nuestro propio lenguaje. Un ejemplo es Juego de Tronos, de George R. R. Martin... Aunque en este caso se trata también de una narración coral (el foco del narrador equisciente salta de un personaje a otro).
  • Narrador deficiente, observador o cámara: reproduce los acontecimientos con la objetividad y la falta de intrusismo de una cámara cinematográfica. No entra en lo que los personajes sienten o piensan, no adelanta el futuro ni recuerda el pasado, no evalúa o juzga lo que sucede. Es, a todos los efectos, como si una cámara se limitara a grabar las acciones. Esto puede parecer pesado y frío, pero bien llevado es un narrador bastante interesante. El ejemplo que se me viene a la mente es La Colmena, de Camilo José Cela.


Imagen de Jonny Lindner en Pixabay 



OTROS NARRADORES

Podría haberlo dejado aquí, pero no querría irme sin hablaros de tres tipos más que se salen un poco de la clasificación anterior:

  • Narrador en segunda persona: es un narrador interno a su manera, solo que nos cuenta la historia en segunda persona. Puede ser, por ejemplo, un narrador epistolar, y el receptor de las cartas que escribe puede ser él mismo, el lector u otro personaje (que podría también identificarse con el lector), como es el caso de Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky, donde Charlie escribe misivas a un amigo anónimo. No obstante, no tiene por qué haber cartas de por medio. Prueba de ello son La caída de Albert Camus (donde el interlocutor con el que habla el narrador es alguien desconocido y mudo), El guardián entre el centeno de J.D. Salinger (en el que Holden se dirige a una audiencia que bien podríamos ser los mismos lectores) o Cinco horas con Mario de Miguel Delibes (donde Carmen protagoniza un monólogo cuyo receptor es su marido muerto).
  • Narrador falible, sospechoso o poco fiable: puede ser tanto interno como externo, y su característica principal es que lo que nos cuenta no es cierto (bien en su totalidad o bien parcialmente). A través de las intervenciones de otros personajes, de las aportaciones de un segundo narrador o del uso del sentido común, el lector se percata de que lo que le están contando no es fiel a la verdad, lo cual puede darle un giro verdaderamente interesante a la historia. Dentro de este tipo de narrador podemos desglosar muchos subtipos: el pícaro (que exagera los hechos), el ingenuo (que por su inocencia o inmadurez no capta bien lo que ocurre), el loco (que sufre algún trastorno que distorsiona su percepción de la realidad), el payaso (que retuerce la verdad por puro aburrimiento y porque se toma la vida en broma) o el mentiroso (que miente porque sí, porque puede, porque quiere o porque necesita engañar al lector con algún fin). Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, es un ejemplo de narrador poco fiable por ingenuidad.
  • Narración coral: varios personajes se van alternando, bien para narrar ellos la historia (narradores internos) o bien como foco del narrador equisciente. ¿He mencionado ya Juego de Tronos?


Imagen de simisi1 en Pixabay 

Y ahora sí, doy esta lista por terminada. Por supuesto, escarbando más pueden seguir sacándose otros tipos de narradores, y tanto en Internet como en libros hallaréis decenas de clasificaciones distintas a esta. Pero por el momento yo considero que me he enrollado más que suficiente, así que mejor me retiro ya.

Os invito a que me contéis cuáles son vuestros narradores favoritos y por qué, ya sea aquí o en Twitter, bien como lectores o bien como escritores. ¡Siento verdadera curiosidad!

Y con esto, me voy. ¡Gracias por leerme una vez más, y hasta la próxima!


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